jueves, 12 de febrero de 2009

Lic NELSON ASTEGHER Director del Icep






Licenciado Nelson Astegher Director del Icep
DIEZ FACTORES ESENCIALES EN EL AMOR HACIA LOS HIJOS
1. Afecto físico;
Ya seamos infantes, niños, jóvenes o adultos, a todos nos gusta y necesitamos afecto. A los niños pequeños en particular, les gusta que a veces los levanten, acaricien, abracen y besen. Los niños mayores necesitan ser abrazados y recibir "una palmadita en la espalda".Los estudios muestran que una enfermedad conocida con el nombre de marasmo, puede desarrollarse en un bebé que recibe poco o ningún afecto físico; aun su desarrollo físico queda detenido por esta causa. Una de las nuevas tendencias en la construcción y reforma de los hospitales es acomodarlos en forma tal, que el re­cién nacido pueda compartir el mismo cuarto y estar cerca del ma­nantial de amor.
Naturalmente, si el niño no lo desea no debe imponérsele el afecto. Algunos niños se desarrollan con un mínimo, así que aquí, al igual que en otros campos, es importante reconocer las diferen­cias individuales.
2. Comprensión:
Un padre que ama a su hijo hace todo lo posible por compren­derlo. Es sensible a sus necesidades e intereses, y hace todo lo que puede para hacerlo sentirse cómodo. Respeta a cada hijo como un tesoro individual.
Un día en que la señora González estaba limpiando el cuarto de su hijo, encontró un viejo "aparato” que había hecho su niño con cuero, madera y alambre. El le llamaba su "trampa". Como hacía tiempo que no lo veía jugar con ella, la tiró a la basura. Cuando Tito, su niño de ocho años la vio allí exclamó: "Mamá, no puedes hacer eso. Esa es mi trampa". La madre quedó sorprendida y no sabía a qué hacer. Una señora vecina que había contemplado el incidente dijo más tarde a la madre. "Aparentemente esa trampa es muy impor­tante para Tito. Has pensado alguna vez cómo te sentirías si algún día volvieras a casa y encontraras tu mejor vajilla en la basura? Quizá esa trampa es tan importante para Tito como lo es tu vajilla para ti". La madre decidió tratar de comprender mejor a su niño.
3. Aceptación:
Un padre amante acepta a su hijo por lo que él es — un joven— y luego trata de conducirlo en su crecimiento y desarrollo. Un padre prudente no espera que su hijo sea un adulto — eso es imposible y sólo trae a todos frustración innecesaria. Un padre amante reconoce que la mejor manera de ayudar a su hijo es comenzar donde él está y conducirlo gradualmente hacia la edad adulta.
El padre que dice constantemente "no" a todo lo que su hijo hace o pide, no lo ama. El acercamiento positivo es el mejor. La im­presión que obtiene un hijo está bien ilustrada por la respuesta de un niñito a quien el médico preguntó cómo se llamaba y dijo: "No, Juancito, no".
4. Aprobación;
Los padres que aman a sus hijos están ansiosos por darles sin cero reconocimientos y aprobación. Tanto los jóvenes como los mayo­res necesitan: la seguridad de que los demás se preocupan por ellos, y de encomio cuando hacen algo que vale la pena. Cuando Betty trae a la madre un papel y dice: "mira, mamá, la muñeca que hice, una madre amante responde, "muy bien, querida. Eres toda una artista". Cuando Vicentito muestra a su papá un bote que él mismo hizo, todo lo que papá tiene que hacer es decirle que ha hecho un buen traba­jo, y entonces los ojos de Vicentito se iluminan al pensar en el "trasatlántico" que ha hecho.
5. Dar:
Si amamos a una persona, damos a esa persona de nosotros mismos y de nuestras pertenencias, tos padres amantes proveen a sus hijos de las necesidades básicas sin pensar en recibir nada en cambio. También dan a sus hijos facilidades y oportunidades para jugar.
Hay una precaución que debe recordarse: el sólo hecho de dar muchos juguetes o necesidades personales no significa amar a un hijo. Una señora pensaba que estaba amando a sus hijos al derramar sobre ellos cantidades de regalos, pero en realidad no era así. Les dio gran parte de sus bienes, pero lo que es más importante aun, no les dio de sí misma, de su propio tiempo y habilidades. Amar a un hijo no es tratar de comprarlo con muchos regalos; el amor ver­dadero no puede ser comprado, no importa) cuánto dinero se use.
Los padres tanto como las madres necesitan prodigarse para que los niños se sientan realmente amados. Algunos padres dicen que no tienen tiempo que perder con sus hijos, pero si realmente lo desearan podrían hallar tiempo. Un hijo con un padre solamente no­minal, encuentra a veces que la corriente de amor tiene un circui­to reducido.
6. Negación:
Puede que esto sorprenda a alguno de ustedes, pero es muy im­portante. Si aman realmente a un hijo le negarán algunas cosas, por su propio bien. Ciertamente ningún padre dejaría que su niño tocara un horno caliente o que comiese comida mala. En forma seme­jante, ningún padre amante permitirá que su hijo haga lo que quie­ra, en el momento que se le ocurra. Establece límites- justos más allá de los cuales no puede ir el hijo — por su propio bien.
Un psiquiatra dijo que los padres deben poner "cercos" más allá de los cuales no se aventure el niño. A medida que el niño crece y se desarrolla, estos cercos pueden ser retirados o alejados— a medida que en el interior del niño crece la autodisciplina.
Un hijo que no recibe de sus padres ni control ni límites se encuentra a la deriva en el plan social de las cosas. No está aprendiendo a llevarse bien con los demás, y usualmente se concentra en sí mismo. A menudo es muy independiente y es probable que al crecer encuentre muchos golpes y dificultades.
7. Un sentimiento de pertenencia:
Los padres que aman a sus hijos les ayudan a desarrollar un sentimiento de “esta es mi familia" o este es "nuestro" modo de hacer las cosas. Esto es muy importante. En otras palabras, el hijo que es realmente amado siente que pertenece a su familia, que es deseado, que es importante para ellos, y ellos son importantes pa­ra él.
8. Disfruten de ellos:
Algunos padres sienten que es siempre una tarea y responsabi­lidad cuidar y guiar a sus hijos. Los padres que aman a sus hijos disfrutan de estar en compañía suya, no todo el tiempo, pero la mayoría del tiempo. Todos los padres se sienten a veces cansados y hostiles, pero los padres amantes obtienen satisfacción básica por estar alrededor de sus hijos, y los consideran interesantes, esti­mulantes y aun entretenidos a veces.
La madre que prepara la comida para la familia como un simple deber, no los ama. El padre que lleva a Albertito a pasear en bicicleta porque siente que esa es su obligación, no está ofreciendo a su hijo lo que es realmente importante.
Un estudio interesante, por el Dr. Judson Landis revela que, de acuerdo con las afirmaciones de cuatrocientos cincuenta perso­nas mayores, entre las edades de sesenta y cinco a cien años, la época más feliz de su vida fue cuando sus hijos estaban en el hogar, y no cuando se habían marchado como desean algunos padres.
9. Estabilidad en su dirección:
Los padres que aman a sus hijos hacen lo posible por tratarlos en igual forma todos los días; la madre y el padre también tratan de ser estables uno con respecto al otro.
Un ejemplo de la necesidad de esto es la historia de la peque­ña Silvia, a quien su padre animó a que tomara jugo de naranja en el desayuno con la afirmación: "Silvia, ahora eres una niña grande, ¿por qué no tomas tu jugo corrió hacen papá y mamá?". Ella lo tomos sin embargo, cuando el padre trató de hacerla acostar temprano esa no­che, le dijo por fin, "debes ir a la cama; eres una niña tan peque­ña que precisas dormir mucho". Silvia respondió: "pero papito, esta mañana me dijiste que ahora soy una niña grande".
10. Suave alejamiento:
Esto parece inconsistente en cierta forma, pero no lo es. Los padres amantes mantienen a sus hijos junto a ellos psicológicamen­te, alejándolos suavemente. Un hijo que es mantenido muy atado, muy junto por un tiempo demasiado largo, tarde o temprano se resiente contra ello. Por otra parte, un hijo a quien se anima gradualmente a hacer decisiones y valerse por sí mismo, se siente seguro en sus relaciones con sus padres y comienza a sentirse cómodo en el mundo que le rodea.
Resumiendo: es conveniente recordar que un hijo nunca necesita tanta comprensión como cuando es inaccesible, y nunca necesita más amor que cuando es hosco»

CRUZANDO EL ABISMO ENTRE PADRES E HIJOS

Los expertos han preparado varias sugerencias para unir más a padres e hijos, para ayudarles a hablar con sus hijos, en lugar de hablarles a ellos... y en esto hay una tremenda diferencia. Ciertamente, un hijo no va a hablar con un padre que es un dictador; eso no tiene sentido.
Incluimos a continuación algunas sugerencias pertinentes para un mayor acercamiento de padres e hijos.
1. Traten de comprender a sus hijos
Cada hijo es una entidad compleja, una personalidad llena de vida que necesita estar en movimiento casi constantemente. Los pa­dres que tratan de comprender a sus hijos, sus necesidades, sus intereses y sus preguntas, son los que con mayor facilidad los alentarán cuando los busquen. A veces, desde el punto de vista de los hijos, los padres son personas raras... corno extraños de Marte. “que están a una gran distancia y que no saben lo que está pasando”. Por lo tanto, los padres necesitan mirar las cosas desde el punto de vista del hijo, por lo menos a veces, para lograr percepciones que hagan posible colocarse en el mismo terreno que él.
Lo que parece ser una cosa en un hijo o en su comportamiento, es a menudo lo opuesto. Para ilustrar esto tenemos una historia de dos jóvenes que visitaron una nueva pileta de natación. Se detuvieron a un lado de la hermosa pileta donde el marcador decía "dos metros cincuenta" y miraron hacia el otro lado donde el marcador era igual. Pero desde el lugar donde estaban parados los muchachos el agua del otro lado parecía tener sólo sesenta centímetros de pro­fundidad. Dieron la vuelta alrededor de ella para comprobar lo que habían visto. Cuando llegaron al otro lado y observaron el agua, les pareció realmente profunda. Sin embargo, al mirar hacia donde habían estado, les pareció ahora que era poco profundo. En una forma algo similar, en las relaciones entre padres e hijos, los pa­dres ven a veces en sus hijos cosas que no existen, o les juzgan incorrectamente, y entonces se preguntan por qué los hijos no están ansiosos por hablar con ellos. La comprensión es básica para alla­nar los canales de comunicación.
2. Mostrar aprobación a menudo:
Todos nosotros ansiamos amor y reconocimiento. Los hijos, en particular, necesitan mucha aprobación. Es música dulce para los oídos, y ellos se sienten bien con respecto a quien se la ofrece. Algunos padres dicen que encuentran poco que puedan aprobar y apreciar, y sin embargo, si abriesen sus ojos quedarían sorprendidos con lo que hay allí. Usualmente se puede encontrar lo que se está buscando. En todos nosotros hay puntos fuertes a la vez que limitaciones. Qué lado consideramos al mirar a nuestros hijos? Natural­mente, es necesario que miremos ambos lados, pero el énfasis prin­cipal debería estar sobre lo positivo, lo cual abre la puerta entre las generaciones.
3. Por lo menos de vez en cuando deben recordar su propia juventud:
Algunos padres olvidan cómo eran ellos cuando eran jóvenes. Si quieren estar en contacto íntimo con sus hijos deben recordar su propio pasado, por lo menos de vez en cuando.
Para ilustrar esto digamos; ¿hay alguien aquí que nunca haya robado nada? Indudablemente, la respuesta es “no”. Esto no hace que el robar sea correcto; es absolutamente malo. Sin embargo, si los padres van a acercarse a los jóvenes y a los niños, necesitan recordar que cuando eran jóvenes también cometían algunos errores. Aún hacen algunos, y si comprenden esto, es mucho más probable que puedan comunicarse con sus hijos.
4. Estén listos para admitir los errores:
Pocas cosas hacen más difícil para un joven hablar con sus padres, cuando ellos asumen la posición de "yo se todo. Yo siempre tengo razón. Tú sabes poco y estás siempre equivocado.
Como ejemplo veamos la siguiente anécdota. Mirta, de dieciocho años de edad preguntó a su madre si podía ir a ver cierta película. Ella contestó, no, entiendo que no es buena". La niña protestó di­ciendo que sus amigas le habían explicado que era excelente para alguien de su edad. Al día siguiente la madre supo que su hija tenía razón. ¿Que debía hacer? ¿Qué hizo? Fue hacia su hija y le dijo, "Mirta, yo estaba equivocada. Vayamos a ver la película juntas ¿como creen que se sintió Mirta con respecto a su madre?. Probablemen­te pensó, "vaya, mi madre es muy buena. Puedo hablar fácilmente con ella".
5. Pasen un tiempo con cada miembro de la familia si es posible diariamente:
Algunos padres dicen, "no tenemos tiempo". 'En este mundo apresurado, atómico, vivimos en una era de selección, y usualmente una persona encuentra tiempo para hacer lo que realmente quiere hacer. El señor López era, un agente viajero muy ocupado. Estaba fuera de su hogar tres de cada cuatro semanas, pero tenía una relación ama­ble, íntima con su familia sobre una base cualitativa. Cuando estaba en casa decía a cada hijo, y había cuatro en la familia…, "quiero pasar por lo rueños una hora contigo". Cuando estaba con cada joven le preguntaba. "¿Qué te gustaría hacer?". Los hijos amaban y respetaban a su padre por su interés en ellos.
Los padres no pueden esperar que sus hijos se sientan libres con ellos, a menos que pasen cierto tiempo con o dentro de ellos.
6. Ser confidentes con ellos:
Hay algunos padres que no cuentan a sus hijos ninguna cosa im portante de su vida familiar o personal, y luego esperan que sus h hijos les cuenten todo lo que es confidencial y querido para ellos. Esto no da resultado. Los padres prudentes confían cosas en sus hijos, lo cual anima a los hijos a confiar en ellos.
7. Hagan de su hogar un lugar de recreo, no un museo:
Los hijos que sienten que la casa les pertenece tanto a ellos como a la madre y al padre, sienten ternura hacia sus padres. Se resienten mucho contra un hogar que es como un museo. Un lugar para venir, mirar, no tocar, y no usar. No es muy probable que un hijo en esta clase de situación vaya a los cuidadores del museo y les cuente cosas acerca de sí mismo.
8. Hagan muchas decisiones "con" y no “por" ellos:
Esto es difícil de hacer. Los padres sienten en .cierta forma que tienen todas las respuestas. Pero la mayoría de las decisiones, si las toman junto con los hijos, es más fácil que sean aceptables para ellos.
Hay muchos otros factores importantes para tratar de salvar el abismo entre los padres y los hijos, tales como el amor, aceptación, y, en realidad, casi todas las otras cosas que han sido dis­cutidas en lecciones previas. Ciertamente, cuanta mayor cantidad de ellas pueda ser puesta en práctica, es tanto más probable que se abran los canales de comunicación y que los padres y los hijos puedan comunicarse y ayudarse los unos a los otros.

NELSON J. ASTEGHER

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