jueves, 19 de febrero de 2009

MARÍA LUISA TERRERO - Escritora Venezolana



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ROSA Y AZUL - Un Cuento para el Corazón
Presentación:
no es fácil presentar a una artista como María Luisa Terrero, a quien comprende el lenguaje del espíritu, lengua que solo se puede hablar y comprender con el corazón. Maria Luisa vive en Venezuela, es capaz de ver corderos dentro de cajas cerradas, y ha preservado dentro de sí al niño interno, del cual emana la inspiración de la vida. En la juventud nos iguala el fervor de la sangre, pero pasa el tiempo, y unas almas se van apa­gando y otras se afinan y arden cada día con llama más ardien­te y más pura. Este último es el caso de María Luisa quien no solo no envejece, sino que conserva intacto el ardor adolescente que utiliza para ayudar a su prójimo y perseguir la idealidad del espíritu. He aquí su cuento corto:


ROSA Y AZUL


Dios envuelto en una blanquísima nube, acariciaba su sueño de crear un ser que pudiera disfrutar las cosas maravillosas que recién había terminado, por su frente de arco iris desfilaban las ideas.

“…Será inteligente, podrá pensar, así recordará sus errores, felicidades y tristezas, le daré un corazón para que ame y tenga bondad, manos suaves y diestras que acaricien, que creen” A medida que le iba dando forma agregaba virtudes:

“El don de la palabra, para que exprese el pensamiento y poder escuchar su parecer, un toque de curiosidad para que no deje nada sin ver, un poquito de humor para verlo sonreír, tenacidad para que jamás se dé por vencido… además poseerá valentía, compasión y esperanza”. No quiso olvidar el polvo de estrellas para que tuviera algo de artista y soñador.

Y poco a poco, fue emergiendo el primer ser humano, Dios sopló en sus labios llenándolo de vida, entonces desperezó su cuerpo, abrió los ojos…
Y conoció al verde prendido en los árboles, el azul llenando los cielos, el dorado del sol naciente… La primera sonrisa iluminó al mundo y en los cielos entre las nubes se vislumbraba otra sonrisa más amplia y resplandeciente

Pasaban los días y el ser humano, después de tanta felicidad, solía sentarse en las piedras cerca del mar, un velo de tristeza lo fue cubriendo y las lágrimas amanecían en sus ojos siempre, como el rocío en las flores. Dios en las alturas, supo que había llegado el momento y aquélla voz tan fuerte y tan suave, le habló por primera vez:

“Hijo, he tratado de hacer para ti el más acogedor de los hogares, he pensado en cuantas bellezas pudiera ofrecerte y sin embargo no eres feliz…”

“Padre es cierto, pero algo me aprieta aquí en el pecho, me diste muchas cosas hermosas pero lo que más tengo es soledad”

Y siguió sentado en las piedras, con la tristeza y el rocío, Dios sabiduría infinita ya sabía lo que le hacia falta, más hubo de esperar que él mismo se diera cuenta, pues de no ser así no hubiese apreciado que él era sólo una parte de la Creación… que para ser maravillosa, había de ser compartida. Y esa noche de azul terciopelo, bajó el Padre y al hijo dormido le hizo el más hermoso regalo, de su costilla formó a la persona que iba a compartir su vida.

“Serás más dulce, serás igual pero más hermosa, un poquito más de intuición, más grande el corazón. Serás bendecida, llevarás en tu vientre la suprema maravilla…darás vida después del amor”

Y en el Paraíso, dormidos los dos…Ella y Él, Rosa y azul. Cada uno por su lado lo tenían todo y no tenían nada… Pero al unirse, brillaron las estrellas, se expresó el pensamiento…tuvieron razón de ser las palabras, las caricias y la belleza.

Allá en el infinito, el Creador satisfecho volvió a sus alturas no sin antes convertir en arena a las piedras cerca del mar… así no tendría donde posarse, la amarga tristeza.


María Luisa Terrero

PALO DE LLUVIA


Amanece en la selva, trinos y suspiros reciben al nuevo día, brillante en demasía. El sol flagela con su látigo de fuego a la tierra herida, el aire es caliente y pesado. Languidece el maíz con el verde ausente. El clamor por la lluvia es un ruego silencioso gritando en cada corazón y en el cielo las nubes se dispersan junto a la esperanza.
La Diosa de la lluvia anda por otros lares, pareciera que tan lejos fue que olvidó el camino de esta tierra.

Los Piaches se reunían acongojados… quizás si habláramos su lenguaje, ella nos escucharía. Pero quién pudiera componer poesía con el canto del río o el rumor del manantial? Quién pudiera decir palabras como gotas de lluvia…

Parecía un imposible y sin embargo era la última esperanza para no morir de mengua…llevarle en su propia lengua, el ruego de un pueblo, el dolor del río… la agonía dorada de la selva. Y esa noche perlada de estrellas, aquellos hombres encerraron el lenguaje de la Diosa en precioso estuche….. Danzas milenarias, música legendaria, lamento profundo que estremece el alma, sudor y frenesí abrillantan los cuerpos que relucen como joyas vivientes al destello del anochecer.

A toque de tambores…sepulcral silencio y solo entonces se deja oír el lenguaje de la llovizna, hasta convertirse en aguacero…en palo de agua. No sé si fue casualidad, pero ya entrada la madrugada se esparció el olor mágico a tierra mojada, el más preciado perfume. Salieron ansiosos y llenos de emoción a esperar a la lluvia plateada, que venía de lejos por caminos grises, trayendo verdes, trayendo aromas de vida nueva.

Se alzan las manos, se alzan las hojas, erguidos los árboles en cordial bienvenida…se mojó el maíz, se mojó la selva. Lágrimas y lluvia se confunden en los rostros y aquel pueblo…que había sufrido tanto, volvió a ser feliz, compartiendo una vez más el destino de la selva y en un altar de palma se volvió sagrado desde ese día y para siempre… El Palo de Lluvia.



Maria Luisa Terrero
Turén.

Hoy vi…
Las fotos de mi infancia
Atesorar esa mirada
En mi corazón quisiera
Y si algo he de mirar
Con aquellos ojos lo hiciera

Hoy sentí…
El perfume de la infancia
El olor a vida nueva
Tantos sueños, tantas ansias
Atesorar quisiera esa fragancia

Hoy deseé…
En brazos de la añoranza
Desandar mis andanzas
Y en los caminos de brisa
Buscar sin prisa,
aquel niño pequeño
Para pedirle perdón…
Por no cumplirle sus sueños

María Luisa Terrero

“AMORES DEL RIO PORTUGUESA”

Corrían tiempos de conquista en la Nueva Tierra, tan tersa como un velo de seda que se extiende hasta perderse en el horizonte… Inmensa llanura de bella estampa, primero dorada de puro sol y luego de lluvia que nunca escampa.

Allí se conocieron los dos, Ella, la joven esposa de un conquistador español, nacida en Portugal, rubia, de inmensos ojos azules… Él, espíritu salvaje, cabalga los llanos desde el inicio de los tiempos, cristalino y majestuoso, recorre su camino sin jamás mirar atrás. Parecían amantes de ensueño. El río de costumbre tan tosco y salvaje, suaviza sus maneras hasta volverse caballeroso y gentil. Desde los albores del día se engarza los brillos del sol, hasta relucir de forma preciosa tan solo para que su enamorada pueda verlo desde su ventana. Canciones silentes, murmullos de agua, serenatas de plata, adornan sus orillas…esperando con ansías su encuentro de amor.

Suspiros de cristal inflaman el pecho y su líquido corazón se desvanece de angustia al pensar siquiera que ella, no desea verlo hoy. Si acaso la hora se acerca y no siente su amada presencia… se revuelven sus aguas y con salvaje furia, abandona su cauce hasta rozar su ventana, con la esperanza de que no muera la tarde sin haber visto aunque sea de lejos, la azul mirada de su enamorada.

Casi al ocaso, cuando el sol entrecierra los ojos y se endulzan los entornos, se acerca la Portuguesa, cual fina muñeca de porcelana, a cada paso relucen sus carnes de marfil entre los verdes más verdes, se derraman los rizos en cascada de oro por la espalda desnuda, y parecen sus senos rosas florecidas en tan blanquísimo pecho.

Se estremece el río ante tanta belleza y ansioso arremolina sus aguas, buscando su cuerpo y ella… se abandona atesorando caricias. Nunca el amor fue tan dulce, de caricias tan intensas, de pasión tan desmedida…y nunca fue el río tan manso, como en los días en que amaba a su Portuguesa.

Amor tan obsesivo, presagiaba un trágico destino. Un día de poco sol la Portuguesa y su Conquistador español, navegaban dando muestras de amor…hirvieron de celos las aguas, el río se encabritó y en sus cristalinos brazos al fondo se la llevó…
A sus orillas lloraba el Conquistador, un ramo de rosas lanzado a las aguas… fue su último adiós.

Desde ese día, el río era todo fulgor. Llevaba en sus entrañas a su único amor y dice la leyenda que de esos extraños amores, nacieron muchos hijos de dorados cabellos, árboles rubios que aún permanecen anclados en las tierras del llano, son los Araguaney, que cuentan a quien escuche… en florida poesía la historia de aquél gran amor.

El río había sido bautizado por los indígenas con el nombre de Temerí, voz indígena que significa “Abundante en peces” sin embargo aquella voz fue olvidada y desde ese día y ya para siempre, fue conocido como el Río Portuguesa.


María Luisa Terrero
Turén.








jueves, 12 de febrero de 2009

Lic NELSON ASTEGHER Director del Icep






Licenciado Nelson Astegher Director del Icep
DIEZ FACTORES ESENCIALES EN EL AMOR HACIA LOS HIJOS
1. Afecto físico;
Ya seamos infantes, niños, jóvenes o adultos, a todos nos gusta y necesitamos afecto. A los niños pequeños en particular, les gusta que a veces los levanten, acaricien, abracen y besen. Los niños mayores necesitan ser abrazados y recibir "una palmadita en la espalda".Los estudios muestran que una enfermedad conocida con el nombre de marasmo, puede desarrollarse en un bebé que recibe poco o ningún afecto físico; aun su desarrollo físico queda detenido por esta causa. Una de las nuevas tendencias en la construcción y reforma de los hospitales es acomodarlos en forma tal, que el re­cién nacido pueda compartir el mismo cuarto y estar cerca del ma­nantial de amor.
Naturalmente, si el niño no lo desea no debe imponérsele el afecto. Algunos niños se desarrollan con un mínimo, así que aquí, al igual que en otros campos, es importante reconocer las diferen­cias individuales.
2. Comprensión:
Un padre que ama a su hijo hace todo lo posible por compren­derlo. Es sensible a sus necesidades e intereses, y hace todo lo que puede para hacerlo sentirse cómodo. Respeta a cada hijo como un tesoro individual.
Un día en que la señora González estaba limpiando el cuarto de su hijo, encontró un viejo "aparato” que había hecho su niño con cuero, madera y alambre. El le llamaba su "trampa". Como hacía tiempo que no lo veía jugar con ella, la tiró a la basura. Cuando Tito, su niño de ocho años la vio allí exclamó: "Mamá, no puedes hacer eso. Esa es mi trampa". La madre quedó sorprendida y no sabía a qué hacer. Una señora vecina que había contemplado el incidente dijo más tarde a la madre. "Aparentemente esa trampa es muy impor­tante para Tito. Has pensado alguna vez cómo te sentirías si algún día volvieras a casa y encontraras tu mejor vajilla en la basura? Quizá esa trampa es tan importante para Tito como lo es tu vajilla para ti". La madre decidió tratar de comprender mejor a su niño.
3. Aceptación:
Un padre amante acepta a su hijo por lo que él es — un joven— y luego trata de conducirlo en su crecimiento y desarrollo. Un padre prudente no espera que su hijo sea un adulto — eso es imposible y sólo trae a todos frustración innecesaria. Un padre amante reconoce que la mejor manera de ayudar a su hijo es comenzar donde él está y conducirlo gradualmente hacia la edad adulta.
El padre que dice constantemente "no" a todo lo que su hijo hace o pide, no lo ama. El acercamiento positivo es el mejor. La im­presión que obtiene un hijo está bien ilustrada por la respuesta de un niñito a quien el médico preguntó cómo se llamaba y dijo: "No, Juancito, no".
4. Aprobación;
Los padres que aman a sus hijos están ansiosos por darles sin cero reconocimientos y aprobación. Tanto los jóvenes como los mayo­res necesitan: la seguridad de que los demás se preocupan por ellos, y de encomio cuando hacen algo que vale la pena. Cuando Betty trae a la madre un papel y dice: "mira, mamá, la muñeca que hice, una madre amante responde, "muy bien, querida. Eres toda una artista". Cuando Vicentito muestra a su papá un bote que él mismo hizo, todo lo que papá tiene que hacer es decirle que ha hecho un buen traba­jo, y entonces los ojos de Vicentito se iluminan al pensar en el "trasatlántico" que ha hecho.
5. Dar:
Si amamos a una persona, damos a esa persona de nosotros mismos y de nuestras pertenencias, tos padres amantes proveen a sus hijos de las necesidades básicas sin pensar en recibir nada en cambio. También dan a sus hijos facilidades y oportunidades para jugar.
Hay una precaución que debe recordarse: el sólo hecho de dar muchos juguetes o necesidades personales no significa amar a un hijo. Una señora pensaba que estaba amando a sus hijos al derramar sobre ellos cantidades de regalos, pero en realidad no era así. Les dio gran parte de sus bienes, pero lo que es más importante aun, no les dio de sí misma, de su propio tiempo y habilidades. Amar a un hijo no es tratar de comprarlo con muchos regalos; el amor ver­dadero no puede ser comprado, no importa) cuánto dinero se use.
Los padres tanto como las madres necesitan prodigarse para que los niños se sientan realmente amados. Algunos padres dicen que no tienen tiempo que perder con sus hijos, pero si realmente lo desearan podrían hallar tiempo. Un hijo con un padre solamente no­minal, encuentra a veces que la corriente de amor tiene un circui­to reducido.
6. Negación:
Puede que esto sorprenda a alguno de ustedes, pero es muy im­portante. Si aman realmente a un hijo le negarán algunas cosas, por su propio bien. Ciertamente ningún padre dejaría que su niño tocara un horno caliente o que comiese comida mala. En forma seme­jante, ningún padre amante permitirá que su hijo haga lo que quie­ra, en el momento que se le ocurra. Establece límites- justos más allá de los cuales no puede ir el hijo — por su propio bien.
Un psiquiatra dijo que los padres deben poner "cercos" más allá de los cuales no se aventure el niño. A medida que el niño crece y se desarrolla, estos cercos pueden ser retirados o alejados— a medida que en el interior del niño crece la autodisciplina.
Un hijo que no recibe de sus padres ni control ni límites se encuentra a la deriva en el plan social de las cosas. No está aprendiendo a llevarse bien con los demás, y usualmente se concentra en sí mismo. A menudo es muy independiente y es probable que al crecer encuentre muchos golpes y dificultades.
7. Un sentimiento de pertenencia:
Los padres que aman a sus hijos les ayudan a desarrollar un sentimiento de “esta es mi familia" o este es "nuestro" modo de hacer las cosas. Esto es muy importante. En otras palabras, el hijo que es realmente amado siente que pertenece a su familia, que es deseado, que es importante para ellos, y ellos son importantes pa­ra él.
8. Disfruten de ellos:
Algunos padres sienten que es siempre una tarea y responsabi­lidad cuidar y guiar a sus hijos. Los padres que aman a sus hijos disfrutan de estar en compañía suya, no todo el tiempo, pero la mayoría del tiempo. Todos los padres se sienten a veces cansados y hostiles, pero los padres amantes obtienen satisfacción básica por estar alrededor de sus hijos, y los consideran interesantes, esti­mulantes y aun entretenidos a veces.
La madre que prepara la comida para la familia como un simple deber, no los ama. El padre que lleva a Albertito a pasear en bicicleta porque siente que esa es su obligación, no está ofreciendo a su hijo lo que es realmente importante.
Un estudio interesante, por el Dr. Judson Landis revela que, de acuerdo con las afirmaciones de cuatrocientos cincuenta perso­nas mayores, entre las edades de sesenta y cinco a cien años, la época más feliz de su vida fue cuando sus hijos estaban en el hogar, y no cuando se habían marchado como desean algunos padres.
9. Estabilidad en su dirección:
Los padres que aman a sus hijos hacen lo posible por tratarlos en igual forma todos los días; la madre y el padre también tratan de ser estables uno con respecto al otro.
Un ejemplo de la necesidad de esto es la historia de la peque­ña Silvia, a quien su padre animó a que tomara jugo de naranja en el desayuno con la afirmación: "Silvia, ahora eres una niña grande, ¿por qué no tomas tu jugo corrió hacen papá y mamá?". Ella lo tomos sin embargo, cuando el padre trató de hacerla acostar temprano esa no­che, le dijo por fin, "debes ir a la cama; eres una niña tan peque­ña que precisas dormir mucho". Silvia respondió: "pero papito, esta mañana me dijiste que ahora soy una niña grande".
10. Suave alejamiento:
Esto parece inconsistente en cierta forma, pero no lo es. Los padres amantes mantienen a sus hijos junto a ellos psicológicamen­te, alejándolos suavemente. Un hijo que es mantenido muy atado, muy junto por un tiempo demasiado largo, tarde o temprano se resiente contra ello. Por otra parte, un hijo a quien se anima gradualmente a hacer decisiones y valerse por sí mismo, se siente seguro en sus relaciones con sus padres y comienza a sentirse cómodo en el mundo que le rodea.
Resumiendo: es conveniente recordar que un hijo nunca necesita tanta comprensión como cuando es inaccesible, y nunca necesita más amor que cuando es hosco»

CRUZANDO EL ABISMO ENTRE PADRES E HIJOS

Los expertos han preparado varias sugerencias para unir más a padres e hijos, para ayudarles a hablar con sus hijos, en lugar de hablarles a ellos... y en esto hay una tremenda diferencia. Ciertamente, un hijo no va a hablar con un padre que es un dictador; eso no tiene sentido.
Incluimos a continuación algunas sugerencias pertinentes para un mayor acercamiento de padres e hijos.
1. Traten de comprender a sus hijos
Cada hijo es una entidad compleja, una personalidad llena de vida que necesita estar en movimiento casi constantemente. Los pa­dres que tratan de comprender a sus hijos, sus necesidades, sus intereses y sus preguntas, son los que con mayor facilidad los alentarán cuando los busquen. A veces, desde el punto de vista de los hijos, los padres son personas raras... corno extraños de Marte. “que están a una gran distancia y que no saben lo que está pasando”. Por lo tanto, los padres necesitan mirar las cosas desde el punto de vista del hijo, por lo menos a veces, para lograr percepciones que hagan posible colocarse en el mismo terreno que él.
Lo que parece ser una cosa en un hijo o en su comportamiento, es a menudo lo opuesto. Para ilustrar esto tenemos una historia de dos jóvenes que visitaron una nueva pileta de natación. Se detuvieron a un lado de la hermosa pileta donde el marcador decía "dos metros cincuenta" y miraron hacia el otro lado donde el marcador era igual. Pero desde el lugar donde estaban parados los muchachos el agua del otro lado parecía tener sólo sesenta centímetros de pro­fundidad. Dieron la vuelta alrededor de ella para comprobar lo que habían visto. Cuando llegaron al otro lado y observaron el agua, les pareció realmente profunda. Sin embargo, al mirar hacia donde habían estado, les pareció ahora que era poco profundo. En una forma algo similar, en las relaciones entre padres e hijos, los pa­dres ven a veces en sus hijos cosas que no existen, o les juzgan incorrectamente, y entonces se preguntan por qué los hijos no están ansiosos por hablar con ellos. La comprensión es básica para alla­nar los canales de comunicación.
2. Mostrar aprobación a menudo:
Todos nosotros ansiamos amor y reconocimiento. Los hijos, en particular, necesitan mucha aprobación. Es música dulce para los oídos, y ellos se sienten bien con respecto a quien se la ofrece. Algunos padres dicen que encuentran poco que puedan aprobar y apreciar, y sin embargo, si abriesen sus ojos quedarían sorprendidos con lo que hay allí. Usualmente se puede encontrar lo que se está buscando. En todos nosotros hay puntos fuertes a la vez que limitaciones. Qué lado consideramos al mirar a nuestros hijos? Natural­mente, es necesario que miremos ambos lados, pero el énfasis prin­cipal debería estar sobre lo positivo, lo cual abre la puerta entre las generaciones.
3. Por lo menos de vez en cuando deben recordar su propia juventud:
Algunos padres olvidan cómo eran ellos cuando eran jóvenes. Si quieren estar en contacto íntimo con sus hijos deben recordar su propio pasado, por lo menos de vez en cuando.
Para ilustrar esto digamos; ¿hay alguien aquí que nunca haya robado nada? Indudablemente, la respuesta es “no”. Esto no hace que el robar sea correcto; es absolutamente malo. Sin embargo, si los padres van a acercarse a los jóvenes y a los niños, necesitan recordar que cuando eran jóvenes también cometían algunos errores. Aún hacen algunos, y si comprenden esto, es mucho más probable que puedan comunicarse con sus hijos.
4. Estén listos para admitir los errores:
Pocas cosas hacen más difícil para un joven hablar con sus padres, cuando ellos asumen la posición de "yo se todo. Yo siempre tengo razón. Tú sabes poco y estás siempre equivocado.
Como ejemplo veamos la siguiente anécdota. Mirta, de dieciocho años de edad preguntó a su madre si podía ir a ver cierta película. Ella contestó, no, entiendo que no es buena". La niña protestó di­ciendo que sus amigas le habían explicado que era excelente para alguien de su edad. Al día siguiente la madre supo que su hija tenía razón. ¿Que debía hacer? ¿Qué hizo? Fue hacia su hija y le dijo, "Mirta, yo estaba equivocada. Vayamos a ver la película juntas ¿como creen que se sintió Mirta con respecto a su madre?. Probablemen­te pensó, "vaya, mi madre es muy buena. Puedo hablar fácilmente con ella".
5. Pasen un tiempo con cada miembro de la familia si es posible diariamente:
Algunos padres dicen, "no tenemos tiempo". 'En este mundo apresurado, atómico, vivimos en una era de selección, y usualmente una persona encuentra tiempo para hacer lo que realmente quiere hacer. El señor López era, un agente viajero muy ocupado. Estaba fuera de su hogar tres de cada cuatro semanas, pero tenía una relación ama­ble, íntima con su familia sobre una base cualitativa. Cuando estaba en casa decía a cada hijo, y había cuatro en la familia…, "quiero pasar por lo rueños una hora contigo". Cuando estaba con cada joven le preguntaba. "¿Qué te gustaría hacer?". Los hijos amaban y respetaban a su padre por su interés en ellos.
Los padres no pueden esperar que sus hijos se sientan libres con ellos, a menos que pasen cierto tiempo con o dentro de ellos.
6. Ser confidentes con ellos:
Hay algunos padres que no cuentan a sus hijos ninguna cosa im portante de su vida familiar o personal, y luego esperan que sus h hijos les cuenten todo lo que es confidencial y querido para ellos. Esto no da resultado. Los padres prudentes confían cosas en sus hijos, lo cual anima a los hijos a confiar en ellos.
7. Hagan de su hogar un lugar de recreo, no un museo:
Los hijos que sienten que la casa les pertenece tanto a ellos como a la madre y al padre, sienten ternura hacia sus padres. Se resienten mucho contra un hogar que es como un museo. Un lugar para venir, mirar, no tocar, y no usar. No es muy probable que un hijo en esta clase de situación vaya a los cuidadores del museo y les cuente cosas acerca de sí mismo.
8. Hagan muchas decisiones "con" y no “por" ellos:
Esto es difícil de hacer. Los padres sienten en .cierta forma que tienen todas las respuestas. Pero la mayoría de las decisiones, si las toman junto con los hijos, es más fácil que sean aceptables para ellos.
Hay muchos otros factores importantes para tratar de salvar el abismo entre los padres y los hijos, tales como el amor, aceptación, y, en realidad, casi todas las otras cosas que han sido dis­cutidas en lecciones previas. Ciertamente, cuanta mayor cantidad de ellas pueda ser puesta en práctica, es tanto más probable que se abran los canales de comunicación y que los padres y los hijos puedan comunicarse y ayudarse los unos a los otros.

NELSON J. ASTEGHER